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6-7 Pero Josafat no estaba satisfecho, y dijo:

―Quiero saber si hay también por aquí algún profeta del Señor, a quien le podamos consultar.

―Sí —dijo Acab—, hay uno, pero lo detesto, ¡porque nunca profetiza otra cosa sino el mal! Su nombre es Micaías hijo de Imlá.

―¡No hables de esa manera! —exclamó Josafat—. Veamos lo que nos dice.

El rey de Israel llamó, pues, a uno de sus ayudantes, y le ordenó que fuera con toda prisa a llamar a Micaías hijo de Imlá.

Los dos reyes tenían puestas sus vestiduras reales y estaban sentados en sus tronos, en un lugar alto, a la entrada de Samaria. Todos los profetas estaban delante de ellos dando sus profecías.

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